Especialmente en el campo de la educación existe un debate constante sobre el papel que las redes sociales deben desempeñar y desempeñan en el mismo. Los defensores, aunque conscientes del control que se debe hacer sobre ellas, señalan los beneficios que proporcionan este tipo de redes en el proceso de aprendizaje global, así como las razones por las que los profesionales de la educación deben aprender a conectar con los estudiantes de esta manera:
1. Más vale prevenir que curar. Al incluir el uso de las redes sociales en el proceso educativo, los docentes pueden transmitir a sus alumnos cómo colaborar en línea de manera adecuada, adhiriéndose a las políticas adecuadas y desarrollando las mejores prácticas. Si bien no siempre se les puede acompañar en el primer contacto con las social networks, sí que es posible hacer hincapié en la reeducación de los pupilos ante el consumo de las mismas.
2. Las redes sociales “molan”. Especialmente en el caso de las generaciones más jóvenes, los llamados “nativos digitales”, los estudiantes presentan un estupendo dominio de las tecnologías, del mundo online y de las redes sociales. Se trata de un entorno en el que se sienten cómodos, motivo por el cual todas estas plataformas se convierten en la herramienta de enseñanza ideal. Por todos es sabido que un estudiante que se siente motivado con el contenido o con el método utilizado aprende más, mejor y más rápido.
Y para muestra, un botón. En España los alumnos del instituto Ekialdea (Vitoria) fueron animados por su profesor a resumir la obra de Cervantes, capítulo a capítulo, en los 140 caracteres que la red social Twitter permite publicar. A través de este método el profesor Tejero no sólo les incitaba a leer la obra, sino a realizar una buena sinopsis de cada una de sus partes a través de la cuenta de twitter @ElQuijoTweet. La idea fue un éxito, ya que ayudó a los chicos a conocer a Cervantes a la vez que aprendían a sintetizar las ideas de los textos largos, una habilidad que es aplicable a otras asignaturas y al estudio en general.
3. Son un medio eficaz para aumentar la participación de los estudiantes y desarrollar sus habilidades comunicación. Los alumnos que rara vez levantan la mano en clase pueden sentirse más cómodos expresándose en Facebook, Twitter. Estos espacios constituyen canales alternativos para fomentar el debate, profundizar en ideas que no son capaces de expresar en voz alta y resolver las dudas que surjan en casa. Además de reforzar las relaciones profesor-alumno es una manera de asignar puntos extra en la calificación global a aquellos alumnos que comenten en las redes alguna cuestión discutida en el aula.
Por otra parte, no se puede ignorar el hecho de que desde las redes sociales surgen prácticas que pueden malograr los beneficios de su aplicación en los colegios, universidades y centros de formación en general. Así, las posturas más críticas exigen una mayor regulación para que no se conviertan en fuente de delitos cibernéticos e incluso la supresión de los mismos de las aulas porque suponen un motivo más de distracción y ayudan a continuar empobreciendo las relaciones sociales cara a cara.
Entonces, ¿redes sociales sí o no? Sí, partiendo de la premisa fundamental de ejercer un uso responsable y de tener un control sobre las mismas. La clave está en esforzarnos en minimizar los peligros, perfeccionando actitudes, procedimientos, tecnologías y actuando desde la prevención y la capacidad de reacción ante los eventuales problemas. Educadores y familias deben conocer el nuevo entorno de las redes sociales, tanto para aprovechar su potencial pedagógicamente como para evitar los abusos. Por ello, se torna realmente importante la formación de profesionales de la educación y de la ciudadanía en general en materia de redes sociales. Hoy en día son muchos los docentes e investigadores que trabajan en el ámbito de la alfabetización mediática para favorecer un uso seguro y enriquecedor de las redes sociales, que junto a profesionales del sector (sin ir más lejos sirva como ejemplo “El otro lado de la isla”) ofrecen medios y soluciones para lograr sacarles el mayor partido sorteando los indeseados riesgos.
Larissa I. López. Doctora en Comunicación